La rodilla es la articulación más grande del cuerpo humano y una de las más complejas. Soporta la mayor parte del peso del cuerpo en posición de pie. Esto significa que el sobrepeso y la obesidad favorecen su desgaste.
Las superficies articulares de las rodillas están recubiertas de cartílago, una cubierta que desarrolla el hueso en la zona vecina a otro y sirve de protección para evitar que ambos huesos se rocen al moverse entre sí. Esta cubierta puede alterarse por causas mecánicas, es decir, por golpes, giros bruscos o sobrecargas continuas. Esa delgada cubierta que se encuentra entre un hueso y otro (de la rodilla para abajo) puede desgastarse más rápido de lo que debiera porque soporta más peso para el que fue diseñada por la Naturaleza.
El daño es paulatino, con tendencia a volverse crónico y, en los casos más graves, puede requerir cirugía para repararlo.
Así, pues, mientras el peso no sea el adecuado para la estatura (talla) el cartílago seguirá soportando ese exceso hasta desgastarse.
Puede haber muchos remedios pasajeros, entre ellos la cirugía, pero si la causa del problema no se resuelve, las molestias volverán a aparecer.
Todos hemos observado que quienes padecen sobrepeso u obesidad tienen dificultades para moverse, por lo menos no lo hacen tan rápido como las personas delgadas.
No debemos olvidar que nuestro cuerpo tiene un diseño “casi perfecto”. Los más altos tienen huesos largos y los más bajos, huesos cortos. Por simple cuestión de relación estatura-peso un individuo que mide 1.90 centímetros tiene huesos largos, capaces de soportar un peso de alrededor de 82 kg, como las personas que miden 1.60 metros sus huesos “cortos” son capaces de soportar un peso no mayor de 55-60 kg, cualquier exceso en este sentido tiene una repercusión, sobre todo de mayor desgaste. Si tus rodillas hoy están causándote molestias, es necesario descartar que están cargando más peso del que pueden soportar.
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