Esta semana se conoció un informe de un grupo de científicos colombianos del “Programa Peso Saludable” que asegura que la mayoría de los pacientes que asisten a consultas por obesidad y sobrepeso confirman que el problema de fondo es que sufren falta de afecto. Según el trabajo, estas enfermedades están muy relacionadas con falencias espirituales como la falta de amor, compañía, amistades, etc. y eso lo suple la comida.
Germán Piñeres, director científico del relevamiento, anunció que los
resultados arrojados muestran también que “los pacientes tienen
problemas de relaciones personales con su familia, por lo general, desde
la niñez”.
Para Ravenna “descubrir las relaciones entre los alimentos consumidos y el estado de ánimo y viceversa es el primer paso para frenar la costumbre de comer cuando se tienen problemas y de enojarse cuando las consecuencias de la comida se vislumbran en el aspecto físico”.
A su vez, el especialista también explicó que no hay dudas de que la
gordura modifica el estado de ánimo para mal, generando una relación de
ida y vuelta entre estado de ánimo y obesidad que hace una sea causa y
al mismo tiempo consecuencia de la otra.
Al respecto, el médico psicoterapeuta destaca que “aquellos que padecen esta patología, naturalmente generan
reacciones negativas y desmedidas porque proyectan malas acciones sobre
otras personas por haber bloqueado indirectamente el malestar con ellos
mismos”. De este modo se observa que si llegaron a comer en forma
desmedida para reemplazar la falta de cariño, una vez que alcanzan la
obesidad se encuentran en un estado de fastidio y enojo casi permanente que los aleja cada vez más de la gente y, a la vez, del afecto que anhelan.
“Un estado que no es natural como lo es la obesidad siempre genera un
cambio negativo con un funcionamiento anómalo que conlleva a la
tendencia a personas amargadas o tristes por su realidad corpórea” dijo el creador del método de adelgazamiento más eficaz.
El experto explicó además que en estos casos también surgen sentimientos de vacío y frustración,
porque las necesidades de afecto, comunicación, confianza, libertad,
éxito o de ser correspondido no se ven satisfechas con la comida, con lo
que se crea una nueva tensión y se tiende a volver a comer,
retroalimentando el circuito.
Finalmente, el Dr. Máximo Ravenna concluyó en que “para recuperarse hay
que salir de este círculo vicioso, rompiendo con los cánones de la
comida emocional, y así recuperar la libertad de experimentar los
verdaderos sentimientos”. Fuente: centro terapéutico Dr. Máximo Ravenna
Fuente: diariocronica.com.ar
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